sábado, 20 de noviembre de 2010

Historia: Shy

Historia:                                              SHY.



Su vestido difícilmente sobrepasaba sus rodillas, su cara estaba de un ligero color rojo, el cual se quedaba opaco ante el brillo de sus ojos verdes. La pequeña cinta en su cabello no era suficiente para controlar sus rebeldes pero tiernos cabellos y su risa era el idioma de los ángeles.


Tan joven y pequeña. Tan imposible e inalcanzable.


Jugaba a saltar unos cuadros pintados en el suelo, en el pequeño parque que se encontraba en el fondo a la esquina. Yo la miraba atento, como el psicópata enamorado que soy, siendo un humilde observador a su belleza, siendo feliz solo con mirarla.


Cantaba alegre una canción que se me hacia extrañamente familiar, seguramente yo también la cante alguna vez. Recuerdos de parques y árboles invadían mi mente, yo antes jugaba aquí.  Cuando era como ella, cuando no era el enfermo que soy.


Pero no me importaba, nada me alejaría de ella.


Volteo y sus ojos están en mí. Atenta y jugadora, como si solo ella conociera mi alma y por alguna razón eso le gustara. Desvié mis ojos avergonzados y siento su risa.


Tan malditamente inocente.


Como todos las tardes de cinco a siete, escucho la voz lejana de su madre hablar por teléfono mientras escribe en un papel. Mientras yo atento, como todas las tardes de cinco a siete, observo como su hija, el amor de mi vida, se tira del tobogán de plástico ensuciando ligeramente sus nuevos zapatos blancos, los que le compro su tía Mónica la semana pasada.


La observo de nuevo. Me vuelve a mirar y a sonreír.


Siento mis mejillas sonrojarse. A pesar de que siempre trato de ser discreto, en el fondo anhelo que me vea. Siempre.


Ella nunca podrá estar conmigo, lo sé. Nunca va actuar como mi mujer, ni siquiera cuando se convierta en una. Sería demasiado egoísta. Así que solo me conformo queriéndola en secreto pero de la forma más pura que tiene el amor.


El sonido de mi reloj me indico que era hora de irme.


-          -Nos vemos mañana amor, te amo – le digo sin acercarme y me volteo sin esperar respuesta.
Una delicada mano envolvió la mía deteniéndome sutilmente.


-        -  Yo también, trae chocolates mañana por favor.


Ella sabe, siempre lo supo. Me fui con la más grande sonrisa en mi cara.

Hasta mañana.

INSPIRACIÓN MUSICAL: Shy - Sonata Arctica